Podríamos preguntarnos por qué se escribe una obra con
textos basados en algún clásico, como por ejemplo Macbeth de William
Shakespeare. Por qué además, si los clásicos son tales en la medida que su
estructura responde a la matriz clásica de todo relato, esto es introducción,
nudo y desenlace, en ocasiones se representan obras de este tipo en el circuito
oficial teatral con algunas adaptaciones que poco tienen que ver con el texto
originario.
Por otro lado, el circuito under –también llamado
alternativo, off, fuera de la calle Corrientes- tiende a manifestar una búsqueda
de originalidad en los últimos años, mediante producciones de obras nuevas, con
mixturas de soportes, modernas, podría decirse interesantes para el público en
general, pero que distan de esa estructura clásica que lleva a buen puerto toda
obra, de forma garantizada. En ese
sentido, algunas pecan de innovadoras y vanguardistas, se tropiezan con sus
cordones y caen en el olvido.
Sin embargo, en el teatro Anfitrión de la calle Venezuela
3340 se estreno “El mismo cielo” de Alejandro Schiappacasse, una pieza actual,
bien producida y de alta calidad. Es una farsa ciudadana que actualiza el
concepto de Macbeth pero emulando el acto paródico de Alfred Jarry en Ubu rey. Esta obra respeta la estructura
clásica, con un desarrollo y un final bien marcados, y con ese elemento
ineludible de toda tragedia.
El autor y director supo reunir todos esos elementos y
transpolarlos a una escena renovadora y contemporánea, un edificio de
departamentos de clase media, donde dos parejas se disputan la administración del
consorcio. Diferencias por aquí, discordias por allá, recelos del pasado con
favores debidos, todo se mezcla y produce la interacción de los personajes con
tiempos y textos adecuados, por momentos cómicos –característico de la farsa-
aunque verosímiles. Dos personajes más completan el elenco: el encargado, un
poco víctima y cómplice, junto a la vecina astrologa que empuña de alguna
manera el destino de algunos personajes y los obliga a actuar.
Todas las actuaciones son destacables; al igual que la escenografía,
un gran trabajo de María Isabel Gual, cuya funcionalidad y multipropósito otorga
al clima de la obra la constante atención del público, sin peligro de las
molestias comunes que producen el cambio de escena y luces. En este sentido, es
para destacar el juego de luz y contraluz en el momento clave del desenlace.
Por todo esto, “El mismo
cielo” es una obra recomendable por su calidad técnica y artística, los sabados
21hs.
Gabriel Balmaceda
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