Ficha técnica:
Actúan: Sara Pastormerlo, Eugenia
Pérez Tomas
Música Original: Carminha
Villaverde
Escenografía y vestuario: Eva
Ritcher
Fotografía y diseño gráfico: Juan
Manuel Mendoza
Producción: Candelaria Sesin.
Asistencia Artística: Julián Cabrera,
Francesca Giordano
Dramaturgia y dirección: Cristián
Jensen
Esta cumbia no es la villera. Esta cumbia es de nenas. De fantasías
y sueños trucados, de amor y de odios. Cumbia Nena, opera prima de Cristian
Jensen, compone dos personajes perdidos en una habitación, y la habitación en
la noche.
Al estilo de Prevert, podría situar esa noche en la
tormenta, la tormenta de la mente, la mente en sueños y así. Pero aquí, no hay
mucha relación entre las cosas y se confunde la acción con el traspaso de un
acto a otro. Quizás porque no todo tiene que tener un por qué. Tal vez,
simplemente por cuestiones técnicas.
Técnicamente, Cumbia nena es impecable y la producción destacable:
el sol que marca el día por afuera de la ventana, las diapositivas viejas -ejemplo
de efecto audiovisual que se está poniendo de moda en estos tiempos-, las luces
en general.
Menos importa que la sala sea chica –La Casona Iluminada
otorga una habitación para las obras- porque eso le da un clima intimo, el
espectador se entromete en la habitación de estas chicas.
Las chicas, Sara Pastormerlo y Eugenia Pérez Tomas -dos
actrices formadas en el IUNA y con maestros como Pompeyo Audivert y Ricardo
Bartis-, lucen sus talentos escénicos en la medida que la historia les permite
contar lo implícito, mas allá de lo que se dice.
Y lo
que se dice, finalmente, tal vez haga más referencia a lo ausente que a lo
presente. Pero el espectador siempre es quien llena los espacios vacios en su
mente, sea o no la intención. Lo importante es que quede claro por qué se hace
lo que se hace en un escenario y que la gente lo disfrute.
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