martes, 14 de octubre de 2014

Y UN DIA NICO SE FUE, EL MUSICAL




Quedan pocas semanas en cartel de la transposición teatral del libro Y un día Nico se fue, novela y comedia musical escritos por el periodista Osvaldo Bazán, que se representa en el Teatro La Comedia con Tomas Fonzi y Germán Tripel en los papeles protagónicos.
Es común encontrar diferencias entre los soportes de las obras montadas en teatro o cine con respecto a los libros que las originan y este caso no es la excepción a la regla. Transpolar  una novela trágica a una comedia musical, donde el final no es más que la repetición del título  (de eso va la trama) es una cuestión  difícil. A saber: porque desde el libro la intención del autor está plasmada en contar que se siente al ser dejado, porque las distintas situaciones que atraviesa el protagonista solo son validas en ausencia de Nico (el que se fue), porque por más que el lector desee que algún día este aparezca y de explicaciones, eso no pasara.
Y, aunque  en el teatro todo eso este, carece del mismo sentido y posee otro peso. Un valor que las canciones lindas no le pueden dar, ni la interrupción del autor interpelado por el personaje de sí mismo es capaz de hacerlo, ni tampoco la aparición como “nota al pie” de algún famoso leyendo una referencia bibliográfica sobre la Ley de matrimonio igualitario. Todo eso le resta dramatismo y le da a la obra un tono de liviandad bastante de absurdo.
Por otro lado, las actuaciones parecen poco pretensiosas, aunque la técnica vocal de Tomas Fonzi lo ayude a salir del prejuicio de actor que canta. Por el contrario, Tripel puede rendir mucho mas vocalmente, sin embargo a la dirección eso parece no importarle. Aun así, Denis Smith merece una mención es su variedad de personajes.
Como el final está cantado desde el titulo, la pregunta es cómo pensar una obra cuando ya se sabe lo que va a pasar y no hay lugar a la sorpresa. Lo que queda, entonces, es un simple musical de reivindicación gay, actores abanderados de orgullo y harto alarde irónico de tanto titulo y nombre se haya puesto a todo puto o torta durante los últimos años.


viernes, 14 de marzo de 2014

Entre Tipos, 2da. Temporada - de Mario Marino y Francisco Ortiz



Entre Tipos estreno su segunda temporada de Dinastía hace unas semanas. En esta oportunidad en el Teatro Liberarte.
Entre Tipos vienen realizando una especie de saga teatral con distintos formatos, como la sitcom, el vaudeville y, hasta ahora, la comedia dramática.
Cada parte explora la problemática de un personaje (son cuatro protagonistas) y las situaciones  se van dando en cada momento de sus vidas con un dejo de línea temporal que conecta un capitulo con el otro.
El tercer capítulo, re-estrenado actualmente, se propone como comedia dramática oscura, en donde el acento esta en Federico, quien organiza el servicio fúnebre de su madre y aprovecha la situación para reencontrarse con amigos y, principalmente con su ex, Juan.
Los actores son los mismos del año pasado, con un clima mas distendido. Actualmente se los nota mas comodos con cada personaje. La disposición de la sala es mas acotada que la del año pasado, lo que implica menores movimientos y mas calculados.
Sostengo, como había expresado el año pasado, que algunos gags humorísticos son muy específicos a cierto ambiente. Sin embargo, en definitiva funcionan.
Esperemos ansiosos la cuarta parte.



miércoles, 5 de marzo de 2014

MASH UP, MEZCLA UNO de Leo Kreimer



Sin duda, uno de los mejores espectáculos que se pueden disfrutar en Buenos Aires por estos días. Mash up es el nuevo concepto de mezcla y vale todo, nacido de la música hace muchos años, donde dos o más composiciones se entrelazan y resultan en un tema nuevo.
Si bien este género musical nació en la ilegalidad, con el correr de los años se fue formalizando y hoy es uno más dentro del espectro de explotación del mercado.
“Mash up, mezcla uno” es una especie de hibrido donde el rock, la acrobacia, el teatro, el video y el público se confunden en una sola pieza de múltiple teatralidad.   Aquí el pop bastardo no se da solo en la música, está en todo. Y el Galpón de Guevara ofrece sus instalaciones de manera perfecta para la ocasión. No es un teatro como cualquiera, entras y hay una barra, asientos relajados, mesa de ping pong, buena música. Cuando la cortina se corre, se da paso a la banda de rock o el músico de turno. Luego comienza la acción. Aunque el mash up haya comenzado desde que el espectador dio un paso hacia adentro.
Entonces, la historia de un hombre que mira televisión se ve tergiversada por la multiplicidad de mediaciones que ese medio arrastra y produce, al mismo tiempo. En la fantasía, en los sueños o donde el espectador quiera imaginar, ese hombre se ve vapuleado por su contexto y llevado a los extremos, hasta ser desmembrado, con la ayuda de un poco de teatro negro.
Esta obra, por así decirlo, (o instalación, si se quiere) rompe los límites de la teatralidad, siguiendo un poco la línea de Fuerza Bruta y, su madre, La Fura dels Baus. Es para disfrutar en compañía de amigos y para compartir un antes y un después. 



lunes, 3 de marzo de 2014

LA IDEA FIJA de Pablo Rotemberg




Hay cuerpos, dispositivos de poder, terreno del amor, elementos de la danza, utilitarios de las vanidades, víctimas de la luz y la oscuridad, manipulaciones del movimiento.
Cuerpos: tácitos, nocturnos, musculosos, marcados por los contornos, faltos de aire, ejercitados por el vicio, vapuleados por el tiempo que los ejerce, los torsiona, los envejece.
La idea fija propone ver al cuerpo en constante movimiento, con sus infinitas posibilidades de formas y movimientos, giros y combinaciones. Permite imaginarnos sus relaciones de poder, sus interacciones con otros cuerpos, iguales o disimiles, y da lugar al sexo, elemento que rige la vida desde sus comienzos, pero que fue y es tan desplazado de plano para ser convertido en tabú y pecado.
Aquí el tabú no existe, ni el pecado. Todo lo contrario. El placer se levanta en armas y se adueña de las manos y de los cuerpos de los actores. Estos son utilizados por él para develar la poción mágica de la libido y la obsesión. Pero como dije antes, el poder por sobre todo.
Hay closets. Estas en el closet, salís del closet, entras, te adueñas de él. No entras al closet, sos libre, entonces… estas por fuera del poder?
Sin embargo, hay límites. La piel de cada uno es un límite, el desnudo es el límite. Después de toda la ropa no hay nada más para sacar de esos cuerpos agiles, erguidos, en posición de ofrenda hacia el publico sobre el final, porque ya no hay nada más que mostrar.
Me pareció muy destacable la actuación y resistencia de todos los actores bailarines, principalmente Alfonso Barón, quien desde principio a fin posee un manejo de su cuerpo, desde la proporción del movimiento hasta el grado de versatilidad con la que lo maneja.
Les ofrezco una crítica diferente porque esta obra es diferente. Imperdible. 






martes, 25 de febrero de 2014

EL MISMO CIELO de Alejandro Schiappacasse



Podríamos preguntarnos por qué se escribe una obra con textos basados en algún clásico, como por ejemplo Macbeth de William Shakespeare. Por qué además, si los clásicos son tales en la medida que su estructura responde a la matriz clásica de todo relato, esto es introducción, nudo y desenlace, en ocasiones se representan obras de este tipo en el circuito oficial teatral con algunas adaptaciones que poco tienen que ver con el texto originario.
Por otro lado, el circuito under –también llamado alternativo, off, fuera de la calle Corrientes- tiende a manifestar una búsqueda de originalidad en los últimos años, mediante producciones de obras nuevas, con mixturas de soportes, modernas, podría decirse interesantes para el público en general, pero que distan de esa estructura clásica que lleva a buen puerto toda obra, de forma garantizada.  En ese sentido, algunas pecan de innovadoras y vanguardistas, se tropiezan con sus cordones y caen en el olvido.
Sin embargo, en el teatro Anfitrión de la calle Venezuela 3340 se estreno “El mismo cielo” de Alejandro Schiappacasse, una pieza actual, bien producida y de alta calidad. Es una farsa ciudadana que actualiza el concepto de Macbeth pero emulando el acto paródico de Alfred Jarry en Ubu rey. Esta obra respeta la estructura clásica, con un desarrollo y un final bien marcados, y con ese elemento ineludible de toda tragedia.
El autor y director supo reunir todos esos elementos y transpolarlos a una escena renovadora y contemporánea, un edificio de departamentos de clase media, donde dos parejas se disputan la administración del consorcio. Diferencias por aquí, discordias por allá, recelos del pasado con favores debidos, todo se mezcla y produce la interacción de los personajes con tiempos y textos adecuados, por momentos cómicos –característico de la farsa- aunque verosímiles. Dos personajes más completan el elenco: el encargado, un poco víctima y cómplice, junto a la vecina astrologa que empuña de alguna manera el destino de algunos personajes y los obliga a actuar.
Todas las actuaciones son destacables; al igual que la escenografía, un gran trabajo de María Isabel Gual, cuya funcionalidad y multipropósito otorga al clima de la obra la constante atención del público, sin peligro de las molestias comunes que producen el cambio de escena y luces. En este sentido, es para destacar el juego de luz y contraluz en el momento clave del desenlace.  
Por todo esto, “El mismo cielo” es una obra recomendable por su calidad técnica y artística, los sabados 21hs.



Gabriel Balmaceda

martes, 18 de febrero de 2014

MARAVILLOSA INFANCIA ARTIFICIAL - Dirección: Germán Rodríguez



Infinitos son los caminos posibles que un experimento puede tomar en el transcurso de su devenir, pero en el caso de algunos las posibilidades son reducidas. Mas cuando algunos elementos de los que se vale dejan mucho que desear. Más aun cuando esos elementos provienen de significaciones y, además, que en su actualización de sentido no logran ubicarse en el significado necesario.
Maravillosa Infancia Artificial descansa en la experimentación teatral. Y las actuaciones que la componen son uno de esos elementos que se quedan en un papel indeterminado entre el humor, el drama y el musical.
Poco se sabe sobre lo que estamos viendo en escena y la imaginación suele llenar vacios, pero en este caso aun así es incierto. Desde una escenografía blanca, ¿símil? futurista nave espacial, que deja la perspectiva de lado y achata la escena, hasta un momento cantado, pareciera que lo hollywoodense empapa apenas el sentido.
Podría decirse que este bricolaje reúne ciertos elementos que no terminan de ensamblarse correctamente y caen por su propio peso.
Sin embargo, la intención no es menor. Lo propuesto: la infancia perdida, el maltrato de poder, la añoranza de recuperar el pasado, todos asoman la cabeza con timidez, pero lo hacen al fin.
Cuando hablo de elementos sin resignificacion eficaz, me refiero a parte del utilitario que se confunde en el tiempo; pero es ese tiempo, algo que no es posible manejar ni desde la dirección ni desde la dramaturgia. Menos aun con buenas actuaciones ni desde la butaca. En sí, es un momento donde todo se detiene y lo importante es la acción que transcurre en un indeterminado, que sustrae al espectador tanto de la realidad como de la verosimilitud del relato.
Maravillosa infancia artificial es sin duda, melodramática. Con algunos momentos de cabeceo intelectual. 



jueves, 13 de febrero de 2014

BIGOTE ARGENTINO – Grupo Sutottos



Reza el slogan: “Bigote Argentino está en la calle, en un bar, en un taxi. Puede ser tu vecino, tu tío, tu viejo (…)”.
Con ese comienzo, dos tipos gordos, viejos y rezongones se pasan la obra renegando y maldiciendo cualquier cosa que se les cruce por la cabeza y por la vida. Andrés Caminos y Gadiel Sztryk encarnan a estos dos personajes de su creación, espejos vivientes de ese lado de la vida a la cual, en general, la mayoría de los argentinos, porteños, tienden a llegar.
Cuando se dice, los años no vienen solos, se suele hablar de las mañas y las quejas que representan cierto tipo de creencias y costumbres; productos de la infelicidad que acarrea la frustración. Por eso, aquí los dos personajes suelen parecerse a cualquiera que conozcamos y que en una edad determinada se molesta de todo y de todos, se da cuenta que el tiempo ha pasado y que lo hecho, hecho esta. Pero ya no hay vuelta atrás.
Los personajes, Alberto y Osvaldo, viven en un edificio lindero a una autopista. Cualquier autopista, no importa cuál. Es una excusa perfecta para ilustrar las incomodidades de las que producen quejas, pero por las que no se hace nada para cambiarlas. Nada en concreto.
Sin embargo, esa no es la única crítica. El bar de barrio también tiene su lugar en esta comedia, tal cual como suele ser representado en la mayoría del estereotipo clase media porteña. El bar es escenario de discusiones sobre política, deportes, burocracias varias y la vida familiar. Eso le da suficiente peso para situar a los personajes frente a un espejo, el espectador. O, mejor dicho, ubicar al espectador frente a su espejo, cualquiera de los personajes. Asimismo, el living de las casas de Alberto u Osvaldo plasman la sádica costumbre de la gente añejada: el sillón, el televisor y el control remoto.
Aquí la risa cumple un rol muy fuerte, porque es el elemento por el cual se descomprime la verdad que estos dos personajes reflejan de nosotros mismos. Muchas veces la butaca guarda un espacio, en medio de la obra, para la reflexión personal de cada uno. Esta no es la excepción, pero siempre con una carcajada saliendo de la boca.
Estéticamente, Alberto y Osvaldo tienen bigotes canosos pero cutis liso. Y aunque esto sea visible, las actuaciones son muy buenas y se conectan con la platea. Claro que, la dirección del ex integrante de Los Macocos, Daniel Casablanca, está bien marcada y es respetada. Por otro lado, el dúo Sutottos integrado por los protagonistas, Caminos y Sztryk, ya cumplen varios años en escena y tienen a su crédito otros espectáculos muy exitosos como “Sujeto Tácito”, “Los Bagres” y “Lo más mejor”. Esto puede dar confianza de que Bigote Argentino hará reír al espectador, sin pausa

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